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Carta de la Priora General

Carta de la Priora General – Virgen del Rosario 2024

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Virgen del Rosario 2024

Queridas Hermanas,

Una vez más nos ponemos en contacto para honrar a nuestra Madre del cielo, la Virgen del Rosario. Nos dirigimos a Ella para que, conforme a su título ‘del Rosario’, nos ayude a participar conscientemente en los misterios de la vida, muerte y resurrección de Jesús.

En este día elevamos nuestro corazón hacia ella, contemplando el misterio de la Encarnación hecho realidad en su seno virginal, sintiéndonos profundamente conmovidas por su humildad y su fe inquebrantable.  Por su “Fiat” comenzó la realización del plan salvífico de Dios.  Nos abrió a la esperanza de un mundo nuevo: el Reino de Dios, donde reine la paz, la justicia y la fraternidad.  Es en esta convicción donde podemos agarrarnos en medio de la situación actual en la que vivimos envueltas en guerras.

La vida de María es un constante ejemplo de contemplación. En cada misterio del Rosario, la vemos sumergida en una profunda comunión con su Hijo, meditando los acontecimientos de su vida con un amor y una comprensión que nos sobrepasan. Su corazón, lleno de gracia, fue el primer santuario donde habitó la Palabra de Dios, y cuanto más se adentra en la contemplación más crece su amor.

Como misioneras dominicas, su ejemplo nos anima a vivir el carisma de nuestra Orden: contemplar y dar lo contemplado. Al igual que ella debemos profundizar constantemente en la contemplación de los misterios de nuestra fe, para poder compartirlos con los demás de manera clara y conmovedora; y para nosotras crecer en el amor de Dios.  La contemplación nos lleva a la comunión con Dios.  En el rezo del Santo Rosario, encontramos un camino seguro para alcanzar esta unión con Cristo. Cada Avemaría es una invitación a unir nuestra voz a la de nuestros hermanos y hermanas, a la de los ángeles y los santos, proclamando las grandezas del Señor. Cada misterio es una oportunidad para meditar en la vida, la pasión, la muerte y la gloria de Jesús, y para experimentar la alegría de su Resurrección y la grandeza del amor de Dios.

En este tiempo en que la paz es el don más deseado, pidamos a la Virgen del Rosario su intercesión, confiando que ella lo puede alcanzar de su Hijo, como tantas veces nos lo ha demostrado. Que su cercanía maternal consuele a tantas personas que están sufriendo los horrores de las guerras, como consoló a su hijo al pie de la cruz. Pedimos también que nuestro corazón sea un reflejo del suyo, lleno de amor, de paz y de esperanza.

¡Feliz fiesta a todas!

 

                                                                       Un abrazo fraternal y mi oración,

Sor Mª Asunción González, O.P.

                                                         Priora General

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Carta de la Priora General – Santo Domingo de Guzmán 2024

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Sto. Domingo de Guzmán 2024

Muy queridas hermanas,

Quisiera continuar en esta carta seguir animándonos y adentrarnos cada vez más al gran acontecimiento que la Iglesia nos presenta con la celebración del Jubileo 2025.  Con ocasión de la fiesta de Sta. Catalina de Siena hemos reflexionado sobre la importancia de la oración en su vida que nos sirve de motivación para tomar parte en la “sinfonía” de oración a la que el Santo Padre desea dedicar este año.

            Ahora que estamos a la puerta de la fiesta de Ntro. Padre Sto. Domingo quisiera seguir en esa misma línea y pensar ¿cómo respondería él a la llamada del Papa de “mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada”, expresado en el lema “Peregrinos de la esperanza”? ¿Qué podemos aportar nosotras a esta llamada a través de nuestro carisma?

            Quizás rememorando los rasgos significativos de nuestro padre, su postura ante las inquietantes situaciones en la época que vivió puede darnos luz y encontrar sentido también hoy en nuestra realidad. Vemos situaciones político-social y eclesial en distintas partes del mundo que pueden hacernos sentir incapaces de afrontarlas.  Surgen movimientos de extremismos en ideologías, que muchas veces desembocan en la violencia, movimientos que reivindican o discriminan, movimientos cismáticos en el mismo seno de la Iglesia,… Estos o más son para mi manifestaciones de las dos realidades más profundas que están creciendo en nuestro mundo: el ansia de poder y la ignorancia religiosa.

            Sto. Domingo afrontó estas dos realidades en su tiempo porque estaba convencido de que había un más allá de todas estas.  Poseía una esperanza enraizada en su experiencia de Dios y buscaba la voluntad divina en lugar de dejarse llevar por la corriente de la mentalidad social y eclesial que prevalecía.  Sabemos muy bien que lo que le movió a fundar la Orden fue la existencia y expansión de la herejía albigense, una ignorancia religiosa que llevó a muchos a desviarse de las verdades de la fe cristiana.  Y el crecimiento de los seguidores de esta herejía causó la lucha de poder entre los nobles en el sur de Francia por lo que surgió la cruzada contra los albigenses, apoyada por la Iglesia, cuyo interés era consolidar su poder e influencia en la sociedad general. 

            Sto. Domingo desempeñó un papel crucial en la lucha contra la herejía albigense en el sur de Francia pero se negó a participar en la cruzada contra los albigenses, porque no creía que la violencia era el método legítimo y eficaz para afrontar la herejía. En cambio, insistió en la predicación como el medio adecuado para erradicarla.  Centró su esfuerzo en la conversión de las personas a través de la palabra, la enseñanza y el diálogo. Esta postura refleja su profundo compromiso con la búsqueda de la verdad y la pasión a la evangelización que lo llevó a recorrer caminos para llevar el mensaje de Cristo, especialmente a los que habían caído en la herejía.  Con constancia predicaba con claridad y sencillez, basándose en la Biblia para persuadir y hacer resonar en la gente el mensaje del evangelio y ayudarles a vivir la fe de manera auténtica. Detrás de esa labor incansable, Sto. Domingo cultivaba una profunda vida interior. La oración era su fuente de fortaleza y discernimiento. En esos momentos de comunión con Dios, encontraba la esperanza que lo sostenía en su misión.

            He señalado este hecho histórico en la vida de nuestro padre para no dejarnos llevar por la tendencia a la desesperanza que a veces se siente ante las realidades difíciles hoy en día, de sentirnos decepcionadas o frustradas porque parece ser que nuestros esfuerzos no producen los frutos que deseamos. Estoy convencida que nuestro estilo de vida es ya un signo de esperanza si lo vivimos en fidelidad y autenticidad, mostrando una confianza inquebrantable en Dios.

            Creo que nuestro deber en este tiempo que nos toca vivir es difundir, sembrar, el mensaje del evangelio adonde estemos, destacando el amor de Dios, su misericordia y la promesa de salvación, con constancia y paciencia, como dice el Papa Francisco en una de sus homilías «la esperanza tiene necesidad de paciencia». Es «la paciencia de saber que nosotros sembramos, pero es Dios quien hace crecer». También es muy importante no dejar de cultivar nuestra vida interior para no debilitar el contacto con el Único que nos puede sostener: Dios, la fuente de todo; así irradiaremos a todos los que nos rodean la alegría que nace de una experiencia profunda de Dios y daremos testimonio de que la esperanza trasciende todas las dificultades.

            Hermanas, que el entusiasmo por la obra de Dios que ardía en el corazón de nuestro Padre se mantenga vivo también en nosotras.

           ¡Feliz fiesta de Sto. Domingo!

 

                                                                       Un abrazo fraternal y mi oración,

Sor Mª Asunción González, O.P.

                                                         Priora General

 

 

 

 

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Carta de la Priora General – Santa Catalina 2024

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Santa Catalina 2024

Muy queridas hermanas,

            Caminando hacia el Jubileo 2025 estamos llamadas a prepararnos para vivirlo en todo su significado y acogerlo como un don especial de gracia.  Quisiera animaros a cada una a hacer resonar en nuestra mente y corazón la llamada del Santo Padre al respecto: “Debemos mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras. El próximo Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente.” (Carta del Santo Padre Francisco a S.E. Mons. Rino Fisichella para el Jubileo 2025)  

            Celebrar un jubileo implica renovación, renacer, comenzar de nuevo, en definitiva hacer realidad un cambio que marca una epoca.  Esto me lleva a recordar el ejemplo y todo el esfuerzo de nuestra hermana, Santa Catalina de Siena, cuya fiesta vamos a celebrar, porque ella vivió en una época convulsa, marcada por el sufrimiento causado por la Peste Negra y sus consecuencias y sobre todo por la corrupción del clero.  Ella amó con valentía, de modo intenso y sincero a la Iglesia, al Cuerpo místico de Cristo.  La idea de reforma, de renovación, es fundamental en su visión de la Iglesia. El Papa Benedicto XVI contó que cuando se difundió la fama de su santidad, fue protagonista de una intensa actividad de consejo espiritual respecto a todo tipo de personas: nobles y hombres políticos, artistas y gente del pueblo, personas consagradas, eclesiásticos, incluido el Papa Gregorio XI que en aquel período residía en Aviñón y a quien Catalina exhortó enérgica y eficazmente a regresar a Roma. Viajó mucho para solicitar la reforma interior de la Iglesia y para favorecer la paz entre los Estados… (Audiencia General, 24 nov. 2010).  Santa Catalina ofreció su vida por la Iglesia, “… si yo muero, muero de pasión por la Iglesia”; fue profundamente convencida que la Iglesia de Cristo debe renovarse, es decir,  limpiarse y trabajar por la erradicación de los males más terribles de cada época, no en su estructura divina sino en sus miembros, revistiéndose del nuevo hombre del que habla San Pablo en su carta a los Efesios (cap 4).   

            En este año, dedicado a la oración para este gran acontecimiento, acudamos a esta ilustre santa que con la sabiduría que brota de su santidad, se propuso orar con todas sus fuerzas por la Iglesia. “Purificada esta alma en el fuego de la divina caridad, que encontró en el conocimiento de sí misma y de Dios, y animada por la esperanza de la salvación del mundo y de la reforma de la santa Iglesia, se dirigió al Eterno Padre, mostrándole la lepra de la santa Iglesia y la miseria del mundo casi con las mismas palabras de Moisés, diciendo: Vuelve, Señor, los ojos de tu misericordia sobre el pueblo y sobre el Cuerpo místico de la santa Iglesia. Más glorificado serás perdonando a tantas criaturas y dándoles luz de conocimiento, que si me perdonas a mí sola, criatura que tanto te ha ofendido y que es la causa de tantos males. Por esto te pido, divina y eterna Caridad que tengas misericordia de tu pueblo.” (Dialogo 13)

            Hermanas, tomemos parte en esta “sinfonía” de oración que el Santo Padre desea. Como nuestra hermana, Santa Catalina, nos comprometamos con más intensidad a la tarea de orar, construyamos esta “celda interior” donde nuestra hermana supo vivir en la intimidad con Dios, conociéndose más a si misma y teniendo siempre presente las necesidades de la sociedad de aquel tiempo.  El Señor anima una y otra vez a Santa Catalina de no dejar nunca la oración: “… quiero que hagas tú: que nunca aflojes el paso en el deseo de pedir mi ayuda, ni bajes la voz para llamarme, pues yo hago misericordia al mundo. No dejes de dar golpes a la puerta de mi Verdad siguiendo sus huellas. Alégrate con El, comiendo el pan de las almas para gloria y alabanza de mi nombre. Gime con ansiedad sobre el cuerpo muerto del hijo del género humano, al que he visto llegado a tanta miseria, que tu lengua sería incapaz de narrar. Por este gemido y grito haré misericordia al mundo. Esto es lo que pido a mis siervos y esto será para mí signo de que me aman de veras. Y no menospreciaré sus deseos, como te he dicho.” (Diálogo, 107) Con la convicción de que Dios nos espera y nos escucha, reavivamos el deseo de estar en su presencia, de escucharlo, de adorarlo, de suplicar por su misericordia y ayuda.  Hagamos cada momento de nuestra entrega como un gesto de oración; convirtamos nuestras dificultades, nuestros sufrimientos, nuestras limitaciones como ofrenda de oración que obtenga beneficio para la Iglesia y para el bien de nuestros hermanos. 

            Os deseo Feliz Fiesta.  Que el celo de Sta. Catalina para la reforma de la Iglesia y la salvación del mundo nos contagie.

 

 

 

                                                                       Un abrazo fraternal y mi oración,

Sor Mª Asunción González, O.P.

                                                         Priora General

 

 

 

 

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Carta de la Priora General – Cuaresma 2024

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A través del desierto. Dios nos guía a la libertad

Muy queridas hermanas:

Comenzamos el tiempo de Cuaresma siguiendo el mensaje que el Santo Padre Francisco nos transmite este año, con el tema: «A través del desierto Dios nos conduce a la libertad».  El Santo Padre nos recuerda una vez más de nuestra llamada a la libertad y como el pueblo de Israel, de vivir el éxodo de la esclavitud a la libertad atravesando el desierto.  Esta llamada “no se agota en un acontecimiento único, porque madura durante el camino. Del mismo modo que Israel en el desierto lleva todavía a Egipto dentro de sí ―en efecto, a menudo echa de menos el pasado y murmura contra el cielo y contra Moisés―, también hoy el pueblo de Dios lleva dentro de sí ataduras opresoras que debe decidirse a abandonar.”

Este tiempo litúrgico es un tiempo providencial para hacer un alto en el camino; pero no solo en soledad sino también como un “pueblo”, como congregación caminando juntas, para examinarnos: ¿estamos dispuestas a atravesar el desierto?, ¿a qué altura hemos llegado?, ¿qué equipaje nos pesa?, ¿hay algo dentro de nosotras que nos ata y nos impide avanzar?

Creo que en cada una de nosotras arde todavía en nuestro corazón el deseo de poder ver con claridad el camino que el Señor nos indica hacia la meta.  Pero sin darnos cuenta vagamos sin rumbo porque los “atractivos de Egipto” nos distraen.  A veces añoramos el pasado para no afrontar las complicaciones del presente; en algunas ocasiones nos agarramos con rigidez a nuestras normas para no interrumpir la tranquilidad de nuestra rutina; o nos entretenemos demasiado con las novedades que la tecnología ofrece y el bienestar “sin esfuerzo” que las redes sociales promueven que nos hemos quedado en lo superficial, lo cómodo, lo que conviene según la mentalidad actual de nuestra sociedad.  Sin embargo, a pesar de que nuestra debilidad nos vence fácilmente, estoy convencida que todas deseamos acercarnos cada vez más a Dios.

Hermanas, el Señor ve nuestras luchas, y con paciencia de un padre nos espera y tiende su mano para encaminarnos juntas a la tierra prometida. No se cansa de nosotras, no se detiene en llamarnos de nuevo a que abandonemos nuestras esclavitudes.  Tengamos la valentía de atravesar el camino que nos indica durante este tiempo: pasar por el desierto.  Como dice el Santo Padre:  “La Cuaresma es el tiempo de gracia en el que el desierto vuelve a ser ―como anuncia el profeta Oseas― el lugar del primer amor (cf. Os 2,16-17). Dios educa a su pueblo para que abandone sus esclavitudes y experimente el paso de la muerte a la vida. Como un esposo nos atrae nuevamente hacia sí y susurra palabras de amor a nuestros corazones.”

Quizás para muchas el desierto es insoportable porque asemeja situación de aridez, de vaciedad, de silencio o ausencia de Dios.  Recordamos que nuestro Señor Jesucristo también pasó por el desierto y allí venció las tentaciones del diablo; eso fue la prueba de su libertad.  Para nosotras, es una oportunidad para mirarnos con sinceridad, redescubrir la presencia entrañable del Señor en nuestro interior, la fuente de nuestra fuerza y escuchar su palabra de amor, así con la ayuda de su gracia y confiando en su Palabra: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud» (Ex 20,2), podremos afrontar las tentaciones y liberarnos de las ataduras que nos impiden avanzar.

Que las prácticas tradicionales de oración, ayuno y limosna de este tiempo broten de una experiencia profunda de la Palabra de Dios,  porque encontrar al Señor dentro de nosotras implica descubrirlo en el rostro de nuestros hermanos y hermanas, especialmente de los que sufren. “El amor a Dios y al prójimo es un único amor.”

Como Congregación, vivamos la penitencia cristiana con alegría y ánimo,  realicemos gestos capaces de fomentar a que se desenvuelva la solidaridad y fraternidad en nuestro entorno.

Hermanas, vivamos la Cuaresma con mucha esperanza para llegar gozosas a la Pascua de Resurrección. Unidas a Cristo hagamos el camino: su paso de la muerte a la vida es también nuestro. No nos cansemos de anunciar y testimoniar con nuestra vida, el gozo y la alegría de Cristo Resucitado.

 

 

                                                                       Un abrazo fraternal y mi oración,

Sor Mª Asunción González, O.P.

                                                         Priora General

 

 

 

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Carta de la Priora General – Adviento y Navidad 2023

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Muy queridas hermanas:

            Con el tiempo de Adviento comienza un nuevo año litúrgico. En esta ocasión fuerte de paso de un año litúrgico a otro, la Iglesia nos invita detenernos un momento para revisar nuestra vida, los valores que vivimos y ver lo que Dios quiere y espera de nosotras para vivir su llamada con profundidad dentro de la realidad que nos rodea.

            “Velad”.  La llamada que escuchamos en el primer Domingo de Adviento de este año nos exhorta a la vigilancia, a la espera activa de la llegada del Señor, de luchar contra la negligencia o cualquier obstáculo que nos impide acoger su venida con todo nuestro ser. ¿Cómo podremos llevar a la práctica tal invitación? El papa San Pablo VI, en su Exhortación Apostólica Marialis Cultus nos ofrece la figura de María como modelo a prepararse, «vigilantes en la oración y… jubilosos en la alabanza», para salir al encuentro del Salvador que viene (cf. nº 4).

            La figura de María tiene una importancia extraordinaria en Adviento y Navidad porque por ella se ha hecho realidad nuestra principal razón para celebrar: lo más esperado de la humanidad, el nacimiento del Mesías, el Verbo que se hace carne en el humilde portal, y así habitar entre nosotros.  Me gustaría subrayar lo que tiene de imitable, las virtudes que la hizo oyente de la palabra, virgen orante y madre fecunda:  su fe, su esperanza y su caridad.

La fe.  María es la mujer creyente; la mujer que confía plenamente en la Palabra de Dios.  Acoge el mensaje del ángel y acepta que Dios entre en su vida.  Aunque la palabra del ángel la conturbó se abre al proyecto y al plan de salvación de Dios.  María es la mujer con la que está Dios y la mujer que está siempre con Dios. Vive con fe firme su paso en Belén, en la huida a Egipto, al pie de la cruz y su papel de Madre de todos… Porque es una mujer creyente, reconoce la obra de Dios en ella y en la historia. El adviento es un tiempo de gracia para purificar y fortalecer nuestra fe cada día, confiando que nuestro Dios es fiel, que no falla nunca ni se echa atrás.  Con renovada fe acojamos al Dios que nos llama, que nos implica a su obra salvadora en nuestro tiempo.  Tengamos fe, así podremos ver la obra de Dios en el hoy de la historia.

La esperanza.  María es la mujer de la esperanza; de la esperanza en las promesas de Dios y en el Dios de las promesas.  Vive una esperanza constante y activa. Colabora en el cumplimiento de las promesas de Dios, aceptando que el Verbo se encarne en sus entrañas durante los nueve meses de embarazo y lo hace con todo su ser, con su cuerpo, con su sangre, con su mente y corazón, con su trabajo y descanso.  El Adviento nos ofrece una oportunidad de avivar nuestra esperanza, confiando que Dios cumple su promesa.  En nuestro mundo, herido por las guerras, una esperanza renovada fortalece el espíritu a seguir buscando el camino del Señor.

El Papa Benedicto XVI, en la carta encíclica Spe Salvi, nos propone “lugares” de aprendizaje y del ejercicio de la esperanza.  El lugar primero y esencial es la oración. En el diálogo íntimo y personal con Dios experimentamos la realidad y la cercanía de un Padre que escucha y nos habla. El contacto frecuente con el Señor, en la oración, reaviva y renueva nuestra esperanza porque nos acercamos con la convicción de que Dios siempre atiende nuestras súplicas y está dispuesto a ayudarnos. “Cuando ya nadie me escucha, Dios todavía me escucha. Cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni invocar a nadie, siempre puedo hablar con Dios. Si ya no hay nadie que pueda ayudarme –cuando se trata de una necesidad o de una expectativa que supera la capacidad humana de esperar–, Él puede ayudarme.” (nº 32)

La caridad.  María es la mujer del amor; del amor a Dios, dispuesta a cumplir su voluntad, del amor a los que necesitan su ayuda:  asiste a su prima Isabel, ya mayor en edad y embarazada, hace lo posible para poner el vino mejor en la fiesta de los novios en las bodas de Caná, apoya con su presencia maternal a los apóstoles en el Cenáculo, rogando y esperando la venida del Espíritu Santo… y del amor a todos los hombres especialmente a los pobres y a los que más sufren.  Como dice santa Teresa del Niño Jesús: “la caridad no debe quedarse encerrada en el fondo del corazón”, el tiempo de Adviento y Navidad es un tiempo propicio para dejar que salga en gestos concretos lo que guardamos en el fondo de nuestro corazón.  Recordamos lo que el Papa Francisco nos advierte en su mensaje en la Jornada Mundial de los Pobres 2023 que “cuando estamos ante un pobre no podemos volver la mirada hacia otra parte, porque eso nos impedirá encontrarnos con el rostro del Señor Jesús… Cada uno de ellos es nuestro prójimo. No importa el color de la piel, la condición social, la procedencia… Estamos llamados a encontrar a cada pobre y a cada tipo de pobreza, sacudiendo de nosotros la indiferencia y la banalidad con las que escudamos un bienestar ilusorio.” (nº 3)

Que la Virgen María nos ayude para que, al acercarnos a la Navidad, no nos detengamos a lo superficial, sino que esforcemos para que crezca nuestra fe, esperanza y caridad. Así hagamos espacio en nuestros corazones a Aquel que ya ha venido y quiere volver a venir para establecer su Reino en nosotros y llenarnos con su alegría, paz y amor.

            ¡Feliz Adviento y Navidad!

 

 

                                                                       Un abrazo fraternal y mi oración,

Sor Mª Asunción González, O.P.

                                                         Priora General

 

 

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Carta de la Priora General – Nuestra Señora del Rosario 2023

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Nuestra Señora del Rosario 2023

Queridas  hermanas:

Cuando comienza el mes de octubre me viene al pensamiento la celebración de la fiesta de Ntra. Señora del Rosario, una celebración muy entrañable para nosotras ya que venimos de las raíces de la Provincia de la Orden que lleva su nombre y crecemos como Congregación bajo su protección.

Hoy día vivimos en una sociedad que se enfrenta con distintos desafíos. A veces nuestro estado de ánimo se decae, porque cada día, lo que vemos en los medios de comunicación y en las redes sociales son diversas noticias y sucesos que tienen que ver con problemas graves de la sociedad actual: la guerra, el cambio climático, la pobreza y más..; que aunque intentamos ver los signos de la presencia de Dios, nos encontramos con signos opuestos, negativos, que nos hacen creer que Él está ausente… y se oye la pregunta: “¿tiene sentido creer, tiene sentido orar?”. Esto me mueve a volver la mirada hacia aquel acontecimiento histórico importante que impulsó a que se estableciera esta fiesta con advocación de la Santísima Virgen del Rosario:  La Batalla de Lepanto el 7 de octubre 1571.  

Se cuenta que mientras en el Mediterráneo se libraba la última gran batalla naval de la historia, en Roma miles de fieles recitaban el Rosario acompañando al papa Pío V.  La batalla duró desde las primeras horas de la mañana hasta la noche, y en la mañana siguiente el Papa anunciaba la feliz noticia a todos los presentes reunidos en la plaza: la Santísima Virgen había concedido la victoria a los cristianos.  En el aniversario de esta victoria Pío V instauró su conmemoración litúrgica denominándola Nuestra Señora de las Victorias; después, su sucesor, Gregorio XIII, cambió el nombre de la festividad al de Nuestra Señora del Rosario.

No es la única “victoria” atribuida a la intervención de la Virgen del Rosario. Otras batallas se conquistaron bajo su imagen o protección.  Además, en las apariciones reconocidas de la Virgen siempre llevaba el Rosario, indicando la importancia de rezarlo, porque en realidad, en todos los tiempos, junto con el mundo de la solidaridad, de la justicia, de la disponibilidad al servicio y del amor, existe también

 

el mundo de la violencia, de la opresión, de la mentira, del propio interés… y la Virgen nos ha dado una herramienta para ayudarnos a dirigirnos a Dios y asegurarnos de su ayuda porque una madre nunca abandona a sus hijos. En tiempos más tumultuosos, la presencia de la Virgen a través del rezo del Rosario ha sido siempre una fuente de fuerza para seguir creyendo, seguir esperando, seguir aspirando y luchando que se cumpla el plan de Dios en todo.

Es bueno señalar que María también vivió en su propia carne el sufrimiento.  Al nacer el Señor, su hijo, en un pesebre, sin cuna ni ropa adecuada, ¿qué hay más cruel para una madre que ver a su propio hijo sufrir la miseria? Más aun, viendo a su hijo en la cruz, sufrió hasta el fondo de su alma. Pero ella no se desanimó, ni se quejó.  Conservaba todo y lo meditaba en su corazón; aceptaba la realidad como llega, lo meditaba desde la perspectiva de Dios para captar su sentido.

María conoce muy bien las dificultades y los sufrimientos que tenemos que sobrellevar en nuestra vida, también los desafíos que el mundo atraviesa. Por eso, podemos agarrarnos a su mano para sostenernos con fuerza y ánimo.  Estoy convencida que el rezo del Rosario tiene un valor innegable porque es contemplar la fe inquebrantable de la Virgen, y cada vez que lo rezamos nos confirma en la fe, en nuestra vocación y en nuestra misión.  Nos hace ver la grandeza del amor de Dios, manifestado en cada misterio que meditamos. María nos ha mostrado que tiene sentido creer y nos asegura que tiene sentido orar.

En la Batalla de Lepanto, miles de cristianos recitaban el Rosario con el Papa.  Creo también que rezarlo en comunidad, en familia, como grupos de creyentes añade fuerza a esta preciosa oración.  Vale la pena difundir su devoción.

Pidamos a la Virgen del Rosario que nos sostenga en nuestra peregrinación en este mundo y que nos ayude a traducir nuestra fe en un anuncio del Evangelio.

 

¡Feliz fiesta a todas!

 

 

                                                                       Un abrazo fraternal y mi oración,

Sor Mª Asunción González, O.P.

                                                         Priora General

 

 

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Carta de la Priora General – Sto Domingo de Guzmán

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Sto. Domingo de Guzmán 2023

Queridas hermanas:

            Al finalizar nuestro encuentro de gobiernos, en vísperas de celebrar la fiesta de nuestro padre Sto. Domingo, deseo animaros a dar gracias a Dios por hacernos partícipes del carisma que él nos ha legado y que siempre es actual donde quiera que desempeñemos nuestra misión.  Nuestro Padre nos dejó un carisma que tiene que seguir dando vida como él la dio en su tiempo.

En el encuentro de gobiernos hemos podido constatar distintas vivencias en el ejercicio de la autoridad y la sinodalidad en nuestro instituto, vivencias que a veces obstaculiza nuestra misión como portadoras de la verdad y compasión que nuestro padre vivió en plenitud y deseó que siguiese como distintivo propio de la Familia dominicana. Por ello nos sentimos llamadas a fortalecer entre nosotras la cultura del cuidado y hacer más real la sinodalidad que ya se refleja en nuestra estructura congregacional.

Veamos más de cerca a nuestro padre y aprendamos su delicadeza en el trato con todos y en el ejercicio de la autoridad.  Su primer biógrafo y sucesor, fray Jordán de Sajonia, nos dice que «con su alegría se atraía fácilmente el afecto de todos y cuantos le miraban quedaban de él prendados; donde quiera que se hallase, en casa o de viaje predicando, siempre tenía palabras de edificación y abundaba en ejemplos con los que inclinaba a los ánimos de los creyentes al amor de Cristo».  Nuestra vida comunitaria será un espacio donde todas crecemos si tenemos siempre en cuenta el impacto que nuestra palabra pueda producir a quien la dirijamos. Una palabra de ánimo, de consuelo, de apoyo, de pedir perdón es suficiente para que la hermana se sienta valorada y amada; y a su vez capaz crear un ambiente donde nos sintamos más fraternalmente unidas unas con otras.

Domingo fue revestido de sensibilidad, ternura y compasión, esto le hacía tener una gran capacidad para salir de sí mismo y colocarse en el puesto y en la situación del prójimo, tanto en el dolor como en la alegría, porque compadecer al prójimo es sintonizar con él, compartir sus sentimientos. Su sensibilidad y su ternura lo mostraba en el trato cálido y humano con todos.  La ternura que sentía hacia todos, hizo de él un experto en la corrección fraterna, “todos los hombres cabían en la inmensa caridad de su corazón, y, amándolos a todos por todos era amado”.  La dignidad de la persona para él era sagrada por eso  siempre corregía con amabilidad cuidando no herir a nadie.

Él también tuvo presentes los valores de la solidaridad, la colegialidad, la búsqueda de la verdad y el bien común. 

Según su biógrafo Pedro Ferrando, la compasión resplandece ya desde su niñez: “Desde su infancia creció con él la compasión, de modo que concentraba en sí mismo las miserias de los demás, hasta el punto que no podía contemplar aflicción alguna sin participar de ella”. Hay un acontecimiento famoso del joven Domingo que viene bien recordar aquí. Una gran hambre sobrevino en la región de Palencia. Domingo se compadeció profundamente de los pobres y les fue entregando todo lo que tenía, incluso lo que más apreciaba, sus libros, que estarían llenos de notas y que supondrían una fortuna, no sólo económica sino intelectual. Con este gesto brillaba la solidaridad de nuestro padre.

También fue atento a los signos de los tiempos,  sensible y abierto a las realidades humanas y a los acontecimientos temporales, porque en ellos también habla Dios.  Él veía cada situación con los ojos de Dios y fue capaz de comprender cada momento e iluminarlo con la luz del Evangelio, abierto al diálogo con los hermanos, lo cual significa escuchar, además de hablar.  Preguntémonos sinceramente, ¿cómo es nuestra manera de escuchar? La verdadera escucha implica no sólo el oido sino todos los sentidos y con empatía, haciendo que el otro se sienta acompañado en su caminar, sin olvidar que lo que se busca es la voluntad de Dios.

Hermanas, nuestro padre Sto. Domingo tiene mucho que enseñarnos, estemos abiertas para fortalecer en nosotras estas caracteristicas tan actuales y necesarias en nuestra vida y sociedad actual.

Ante la Virgen del Camino pido para que ella  nos proteja en nuestro diario caminar.

¡Os deseo una feliz fiesta de nuestro padre Sto. Domingo!

                                                                       Un abrazo fraternal y mi oración,

Sor Mª Asunción González, O.P.

                                                         Priora General

 

 

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Carta de la Priora General – Santa Catalina de Siena 2023

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Santa Catalina de Siena 2023

Muy queridas hermanas: 

En medio del gozo de la Pascua de Resurrección, nos encontramos con la celebración de la fiesta de nuestra gran hermana, Catalina de Siena, un motivo muy apropiado para seguir profundizando en el Misterio de Cristo Salvador y de la Iglesia, dos temas que estuvieron muy presentes en el  corazón y en la vida de la santa.

Este momento en el que todavía resuena en nuestro corazón y mente la celebración de los 90 años de la Erección canónica de nuestra Congregación, Sta. Catalina nos da un ejemplo de entrega al servicio de Dios y de la Iglesia.  

Viviendo en una época extremadamente convulsa, la santa, por amor a Cristo, supo siempre amar a la Iglesia. Aprendió a reconocer en ella el cuerpo del Señor, cuerpo tan a menudo desfigurado y desgarrado. Supo realmente «ensuciarse las manos» reconociendo siempre y en todo caso que Cristo está presente en el Papa como en los pobres, en los que sufren, en los presos, en los sacerdotes, en las familias, en la jerarquía eclesial aunque dominada por la mundanidad y el poder.

Este fue el cuerpo de Cristo que Sta. Catalina tocó con sus manos, el cuerpo de Cristo que siempre ha amado incondicionalmente. Ella estaba convencida que nadie puede volver a gozar de Dios en el abismo de la Trinidad, sin la ayuda de la Iglesia, porque todos tenemos que pasar por la puerta de Cristo crucificado, y esta puerta no se encuentra en otro lugar que en la Santa Iglesia.

Podemos decir que la realidad en que Sta. Catalina vivió se puede comparar con nuestra propia realidad.  No hace falta enumerar situaciones que reflejan “el cuerpo desfigurado y desgarrado del Señor” en el mundo y en la Iglesia misma.  Y este es el reto que nos toca afrontar, y espero que así sea, con renovada entrega como nos comprometimos en la celebración de nuestros 90 años a mantener el brillo de la misión que el Señor nos ha confiado.

El caminar juntas en este tiempo que nos toca vivir nos implica no sólo a nombrar los errores o señalar causantes, sino como Sta. Catalina esparcir a los cuatro vientos, a través de nuestra vida, profundas convicciones de valores constructivos de perdón,  reconciliación y paz.

Catalina, sumida en la amargura por los males que agobian a la Iglesia, se abisma en la contemplación de la Misericordia y de la Providencia y puso toda su confianza en la promesa de la misericordia divina sobre el hombre y la Santa Iglesia. Su fe inquebrantable y experiencia de Dios, la movió a despertar un mundo adormecido y sordo del grito de los hermanos sufrientes.

Catalina no disponía de los medios de comunicación modernos, no obstante, su predicación era más eficaz porque creía que es Dios mismo quien sigue escuchando los clamores de su pueblo y se manifiesta a través de los que llama para comunicar su misericordia siempre activa, la misericordia de la que somos objeto y sujeto a la vez.

Una evangelización como la de Sta. Catalina que grita con su vida, con sus palabras, con su ejemplo ante el mundo que le rodea, firme y fiel a su convicción de que “todo cambio ha de ser gestado en el corazón del hombre… donde se caldean la complementariedad y la fraternidad” puede ofrecer respuesta a lo que el mundo y la Iglesia necesitan en nuestro tiempo.

Hermanas, que el ejemplo y la intercesión de Sta. Catalina nos avive el fervor de nuestra entrega total a Dios y a la Iglesia.

            ¡Feliz Fiesta!

 

                                                                       Un abrazo fraternal y mi oración,

Sor Mª Asunción González, O.P.

                                                         Priora General

 

 

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