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Carta de la Priora General

Carta de la Priora General – Santa Catalina de Siena 2023

Por | 2023-carta, Carta de la Priora General

Santa Catalina de Siena 2023

Muy queridas hermanas: 

En medio del gozo de la Pascua de Resurrección, nos encontramos con la celebración de la fiesta de nuestra gran hermana, Catalina de Siena, un motivo muy apropiado para seguir profundizando en el Misterio de Cristo Salvador y de la Iglesia, dos temas que estuvieron muy presentes en el  corazón y en la vida de la santa.

Este momento en el que todavía resuena en nuestro corazón y mente la celebración de los 90 años de la Erección canónica de nuestra Congregación, Sta. Catalina nos da un ejemplo de entrega al servicio de Dios y de la Iglesia.  

Viviendo en una época extremadamente convulsa, la santa, por amor a Cristo, supo siempre amar a la Iglesia. Aprendió a reconocer en ella el cuerpo del Señor, cuerpo tan a menudo desfigurado y desgarrado. Supo realmente “ensuciarse las manos” reconociendo siempre y en todo caso que Cristo está presente en el Papa como en los pobres, en los que sufren, en los presos, en los sacerdotes, en las familias, en la jerarquía eclesial aunque dominada por la mundanidad y el poder.

Este fue el cuerpo de Cristo que Sta. Catalina tocó con sus manos, el cuerpo de Cristo que siempre ha amado incondicionalmente. Ella estaba convencida que nadie puede volver a gozar de Dios en el abismo de la Trinidad, sin la ayuda de la Iglesia, porque todos tenemos que pasar por la puerta de Cristo crucificado, y esta puerta no se encuentra en otro lugar que en la Santa Iglesia.

Podemos decir que la realidad en que Sta. Catalina vivió se puede comparar con nuestra propia realidad.  No hace falta enumerar situaciones que reflejan “el cuerpo desfigurado y desgarrado del Señor” en el mundo y en la Iglesia misma.  Y este es el reto que nos toca afrontar, y espero que así sea, con renovada entrega como nos comprometimos en la celebración de nuestros 90 años a mantener el brillo de la misión que el Señor nos ha confiado.

El caminar juntas en este tiempo que nos toca vivir nos implica no sólo a nombrar los errores o señalar causantes, sino como Sta. Catalina esparcir a los cuatro vientos, a través de nuestra vida, profundas convicciones de valores constructivos de perdón,  reconciliación y paz.

Catalina, sumida en la amargura por los males que agobian a la Iglesia, se abisma en la contemplación de la Misericordia y de la Providencia y puso toda su confianza en la promesa de la misericordia divina sobre el hombre y la Santa Iglesia. Su fe inquebrantable y experiencia de Dios, la movió a despertar un mundo adormecido y sordo del grito de los hermanos sufrientes.

Catalina no disponía de los medios de comunicación modernos, no obstante, su predicación era más eficaz porque creía que es Dios mismo quien sigue escuchando los clamores de su pueblo y se manifiesta a través de los que llama para comunicar su misericordia siempre activa, la misericordia de la que somos objeto y sujeto a la vez.

Una evangelización como la de Sta. Catalina que grita con su vida, con sus palabras, con su ejemplo ante el mundo que le rodea, firme y fiel a su convicción de que “todo cambio ha de ser gestado en el corazón del hombre… donde se caldean la complementariedad y la fraternidad” puede ofrecer respuesta a lo que el mundo y la Iglesia necesitan en nuestro tiempo.

Hermanas, que el ejemplo y la intercesión de Sta. Catalina nos avive el fervor de nuestra entrega total a Dios y a la Iglesia.

            ¡Feliz Fiesta!

 

                                                                       Un abrazo fraternal y mi oración,

Sor Mª Asunción González, O.P.

                                                         Priora General

 

 

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Carta de la Priora General – Cuaresma 2023

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Cuaresma 2023

 

Queridas Hermanas:

 

            Comenzamos un nuevo camino de Cuaresma, la del año 2023, que se abre con la imposición de la ceniza. ¿Qué sentido tendría este acto en el contexto que vivimos? Gozamos de muchos progresos: realizar compras online, comunicarnos con personas de los cinco continentes, teletrabajar en casa, etc.; por otro lado, nos sentimos impotentes ante las diferentes guerras: de Myanmar, Ucrania, Syria… y otros conflictos armados en diferentes países que han sido relegado en segundo plano a los medios de comunicación, pero que gracias al reciente viaje del Papa Francisco a la República Democrática del Congo y Sudan del Sur, hemos podido constatar su existencia. 

            Ante esta realidad podemos preguntarnos ¿qué puede significar la ceniza en estos tiempos?  Pués lo mismo que en todas las épocas, nos ayuda a ser conscientes de nuestra fragilidad humana; nos recuerda, que a pesar de las grandezas humanas, somos débiles, y necesitamos hacer un alto en el camino para reflexionar. Nos introduce a adentrarnos en la Cuaresma, un tiempo de gracia que nos invita a mirar más de cerca nuestra relación con Dios, cómo nos hemos dejado transformar por su amor y que muchas veces suscita en nosotras el deseo de cambiar muchas cosas en nuestra vida, no sólo en los detalles externos, pero sobre todo en el sentido profundo, en las raíces, en totalidad.

            La Iglesia nos invita de nuevo a profundizar en las tres prácticas que propone para este tiempo: oración, ayuno y limosna.  La oración nos une a Dios,  nos centra en Él y nos ayuda a establecer un orden de prioridades. Hermanas, creo que en este aspecto tenemos mucho que trabajar.  ¿Realmente Cristo es el tesoro de nuestra vida? Si así es, descubriremos que no necesitamos tantas cosas materiales.  Esto nos llevará al ayuno, a prescindir de cosas innecesarias y compartir con los demás; y más aun a desterrar nuestras actitudes que impiden una verdadera fraternidad en la vida comunitaria.  La limosna que agrada a los ojos de Dios es la que brota de un corazón agradecido, dándose y compartiendo con los demás. Se concretiza en hacernos partícipes de los sufrimientos de nuestros hermanos y hermanas más necesitados, mostrando gestos de solidaridad especialmente a aquellos que no puden devolvernos nada a cambio. 

            El Santo Padre, reflexionando del evangelio sobre la Transfiguración de Jesús en su mensaje para este tiempo, nos recuerda que subiendo al Monte Tabor, “Jesús llevó consigo a tres discípulos, elegidos para ser testigos de un acontecimiento único.” Nos hace comprender que el camino cuaresmal “es “sinodal”, porque no lo hacemos solos sino juntos por la misma senda, discípulos del único Maestro.”  Este camino tiene como meta “una transfiguración personal y eclesial”. 

            En el mismo mensaje el Santo Padre nos propone dos caminos para llegar a la meta: primero, escuchar a Jesús a través de la Palabra de Dios que diariamente nos ofrece la liturgia. Esta escucha pasa también “por la escucha a nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia”. La segunda: “no refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones.” La Cuaresma no es un fin en si misma, está orientada hacia la Resurrección y esto nos debe animar a seguir caminando y construyendo la sinodalidad en nuestras comunidades sin miedo.

            Hermanas, que este tiempo nos dejemos transfigurar por nuestra comunión con Jesús para transformar nuestra manera de ver la vida, liberarnos de nuestras esclavitudes y sanar nuestras heridas. “Transfiguradas” creceremos en nuestra responsabilidad evangélica y proclamaremos con gozo y convencimiento la Resurreción del Señor y el amor de Dios que hemos experimentado a nuestros hermanos y hermanas. 

            Que María, nuestra Madre nos lleve de su mano en este camino.

            ¡Feliz Pascua de Resurrección!

 

                                                                       Un abrazo fraternal y mi oración,

Sor Mª Asunción González, O.P.

                                                         Priora General

 

 

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Carta de la Priora General – Adviento 2022

Por | 2022, Carta de la Priora General

Adviento 2022

Queridas hermanas:

De nuevo nos encontramos una vez más a las puertas del Adviento, tiempo fuerte de oracion y caridad, pero tambien de alegre esperanza, tiempo en el que nos preparamos para la venida del Señor, en una actitud gozosa, de vigilancia y acogida.  Una ocasion extraordinaria para revisar nuestra vida.  Es una oportunidad que Dios nos da para vivirlo intensamente.

En este tiempo, el Señor vino,  viene y vendrá, ya que nos invita a recordar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a preparar el futuro.

Jesús ya ha venido, y su venida transformó la historia del hombre. Su presencia – Dios hecho hombre – nos anuncia que el amor de Dios se hace realidad plena para todo el que lo quiere vivir. Sólo necesitamos cambiar el corazón, estar dispuestas a amar, a dejarnos guiar por la bondad de Dios, tratando de construir un mundo más justo, más pacífico, donde se viva la  fraternidad y la solidaridad con los más débiles y necesitados, tanto fuera como  dentro de nuestras mismas comunidades, con las mayores, las enfermas, más aún, con las que necesitan nuestra escucha, nuestro tiempo, entusiasmo,  comprensión y misericordia…

Una de las grandes figuras del Adviento es Juan Bautista,  durante estos días los evangelios nos hablarán de este precursor. Él nos invita a un Adviento activo y exigente. Celebrar la venida de Dios, en la próxima Navidad, no es sólo cosa de sentimiento y de poesía. La gracia del Adviento y de la Navidad pide disponibilidad plena, apertura a la vida que Dios nos quiere comunicar. Supone, preparar caminos, allanar, rellenar, enderezar, compartir con los demás lo que tenemos, hacer penitencia, o sea, cambiar de mentalidad.

Os invito a reflexionar en estas dos palabras que tanto se repiten en este tiempo: vigilancia y conversión.

Vigilar implica estar despiertas a la presencia del Señor en todo momento, para que podamos reconocerlo cuando venga a nuestro encuentro.  Viene como mensajero de la paz para mostrarnos los caminos de Dios. Vigilar es también tener el corazón libre, orientándolo hacia el servicio, concretamente estar atentas al prójimo, dejándonos enterpelar por sus necesidades sin esperar a que nos pida ayuda.

¿Qué me dice la palabra “conversión”? ¿Sobre qué punto de mi vida el Señor me pide que debería cambiar? ¿Qué actitudes de Jesús todavía me faltan o debo desarrollar más? ¿Soy coherente en mi esfuerzo para “amar mejor”, “rezar mejor”, “servir mejor” y “comprometerme más”?

Convertirse, es reconocer con honestidad en el  corazon nuestras debilidades, nuestro pecado; es cambiar nuestra vida y dar un paso adelante cada dia; es abrir  el camino del Senor que viene a librarnos del egoismo, del pecado, de la tibieza y de la corrupcion. Es cuando experimentamos en nuestro corazon la cercania del reino de Dios y su salvacion.  Solamente el amor de Dios nos puede sanar y llenarnos de vida.

Isaías, otro de los personajes del Adviento, nos anuncia que “nada hay que temer cuando estamos con el Señor”; y estas palabras del profeta, en un mundo  como el nuestro en que distintos tipos de sufrimiento y pobreza  son una realidad, nos abren a la esperanza ya que nos recuerdan que Dios es nuestro auxilio.

Todas somos muy conscientes de que hay muchos lugares donde ahora mismo se está viviendo una situación difícil de injusticias, guerras, catástrofes naturales, hambre, miseria… situaciones de desierto, pero todo esto podríamos mejórarlo si todos aprendiéramos a reconocer a Dios en medio de nosotros y nos comportáramos como hermanos, o al menos como humanos. Jesús de Nazaret viene al mundo para ayudarnos a encontrar a Dios en medio de nuestra historia.

También este tiempo destaca la figura de la Virgen  María. Exalta la actitud de fe y de humildad con que María se adhirió, total e inmediatamente, al proyecto salvador de Dios. María es el modelo de espera gozosa del Señor que viene.

Que con María, abramos nuestro corazón y hagamos espacio a Aquel que ya ha venido y quiere volver a venir para darnos su alegría.  Que lo recibamos con la misma disposición interior y el mismo amor que tuvo María en el primer Adviento de la historia.

Os deseo de corazón que tengamos un feliz y santo Adviento y acojamos con humildad y alegría la venida del Señor.

Un fraternal abrazo

 

Sor Mª Asunción González, O.P.

                                                         Priora General

 

 

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Carta de la Priora General – Nuestra Señora del Rosario 2022

Por | 2022, Carta de la Priora General

Nuestra Señora del Rosario 2022

Queridas  hermanas:

La Orden Dominicana hemos heredado el Rosario de Santo Domingo y de tantos hermanos y hermanas que desde siempre extendieron la devocion   a la Virgen del Rosario.

Octubre representa el mes dedicado especialmente al Rosario.  Millones de personas en el mundo lo rezan para pedir o agradecer aquello que llevan en la intimidad de su corazón, ya que sienten  a la Virgen como una madre que los acompaña.

Nosotras hoy por ser su fiesta, acudimos a Ella de manera especial, a través del rezo del Rosario.  En medio de la repitición del Avemaría, nos centramos en la persona de Jesús, en su nacimiento, vida, muerte y resurrección.  Los cinco misterios gozosos, los dolorosos, los gloriosos y tambien los luminosos tienen como protagonista principal a Jesús, nuestro hermano, amigo y salvador, pero tambien vemos cómo de una manera u otra en todos ellos encontramos la presencia de la Virgen María. Tal vez por ello, varios Papas han resaltado “la índole evengelica” de esta oración y su orientación  profundamente cristológica.

En palabras de San Pio X, ”El Rosario es de todas las oraciones la más bella, la más rica en gracia y la que más complace a nuestra Madre María.

San Pablo VI: “El rezo del Rosario exige un ritmo tranquilo y reflexivo remanso que favorezcan a quien ora la meditación de los misterios de la vida del Señor, vistos a través del corazón de Aquella que estuvo más cerca del Señor”.

San Juan Pablo II decía, “el Rosario es mi oración predilecta. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad“. El Rrosario me ha acompañado en los momentos de alegría y en los de tribulación. A él he confiado tantas preocupaciones y en él siempre he encontrado consuelo”.

Benedicto XVI dice: “Contemplando en la Madre de Dios una existencia totalmente modelada por la Palabra, también nosotros nos sentimos llamados a entrar en el misterio de la fe, con la que Cristo viene a habitar en nuestra vida” (Verbum Domomini 28).

El Papa Francisco explica que “rezando el Avemaría, somos conducidos a reflexionar sobre los momentos centrales de la vida de Jesus, para que, como para Maria y para San Jose, Él sea el centro de nuestros pensamientos, de nuestras atenciones y de nuestras acciones.

Son muchos los relatos de santos que han expresado, con palabras maravillosas, la eficaz y, a la vez, tierna manera de acercarse a Dios a través de esta oración.

Para Santa Teresa de Calcuta:  “María es nuestra madre, la causa de nuestra alegría. Por ser madre, yo jamás he tenido dificultad alguna en hablar con María y sentrime muy cercana a ella.”

Cuando sus hijos espirituales le pidieran que les dejara su herencia espiritual, Padre Pío respondió inmediatamente sin pensar siquiera: “El Rosario”.

Hermanas, quisiera invitaros no solamente a ser amantes de esta oración del Rosario, tan dominicana, sino también a ser grandes propagadoras del mismo.

A todas os deseo una muy feliz fiesta de Ntra. Sra. del Rosario.

 

Un fraternal abrazo y mi oración,

Sor Mª Asunción González, O.P.

                                                         Priora General

 

 

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Carta de la Priora General – Adviento 2022

Por | 2022, Carta de la Priora General

 

Queridas Hermanas:

Una vez más el Senor nos regala iniciar este tiempo fuerte – como nos dice la Iglesia – que es el tiempo de Cuaresma; tiempo en el que debemos  reflexionar sobre nuestra fe y prepararnos para la Pascua, para ese gran acontecimiento pascual, por lo tanto también tenemos que reflexionar sobre nuestra vida: cómo la llevamos tanto personal como comunitariamente. La Iglesia nos pone como tres pilares, que desarrolla Jesús en el  evangelio del Miércoles de Ceniza,  Mateo 6,1-6.16-18.

En este texto nos ofrece los tres pilares de la vida cristiana, que son la oración, el ayuno y la limosna. Y nos lo propone de una forma humilde, sencilla, sin vanidad.

Nos  propone una oración sencilla, íntima, profunda, oculta, nada de exterior; una oración en la que sólo busquemos su mirada y su corazón, y quiere que sea un diálogo con Él, que escuchemos su Palabra, en la que encontraremos lo que Él quiere que hagamos. Que en este tiempo de oración tengamos presentes las necesidaes de todos nuestros hermanos, las difíciles situaciones por las que estamos pasando toda la humanidad, situaciones religiosas, políticas, económicas…

La penitencia que hagamos no sea exterior, como lo hacian los fariseos, sino más bien ponernos en la piel del otro, en los zapatos del que sufre, en revisar nuestras actitudes y acciones, en ver qué deseos tenemos en darnos  y ayudar a los demás. Que sepamos ayunar de  tantas cosas que nos complican la vida y que hacen que perdamos la paz; que dejemos a un lado las relaciones que nos hacen mal, y también hacen mal a los demás.  Que sepamos ayunar de tantas desilusiones,  de tantas preocupaciones, de tantas palabras enfermizas, de tantas indiferencias… y que sepamos abrirnos a los demás como hermanos.

La limosna que quiere es que nos preocupemos exigentemente por las necesidades del otro, del más proximo, del que sufre, de nuestras hermanas que se sienten solas, enfermas, mayores… Estemos atentas, dándoles parte de nuestro tiempo con palabras de aliento, que consuelen y estimulen a quien veamos triste. Muchas veces, solamente es suficiente con ser amables,  regalar una sonrisa, decir una plabra que estimule, que alegre en medio de tanta indiferencia como vemos con tanta frecuencia.

Pidamos al Señor  que en estos días de cuaresma nos  muestre el camino del amor, de la compasión, de la amabilidad, del perdon, y de la buena acogida a todos.

Que María, nuestra guía en el itinerario cuaresmal, nos lleve a un conocimiento cada vez más profundo de Cristo, muerto y resucitado. Ella, la fiel sierva de su Hijo interceda por cada una de nosotras ahora y siempre.

            A todas os deseo una santa Cuaresma y una Feliz Pascua de Resurreccion.

 

 

                                                                       Un abrazo fraternal y mi oración,

 

 

                                               Sor Mª Asunción González, O.P.

                                                         Priora General

 

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Carta de la Priora General – Adviento 2021

Por | 2021, Carta de la Priora General

Adviento 2021

Queridas hermanas:

         La palabra “Adviento“ viene del latín adventus, que quiere decir “venida”; es el tiempo de preparación para la segunda venida del Senor. Adviento, como tiempo que prepara la Navidad, se reduce a cuatro semanas, pero el Adviento verdadero no tiene límite de tiempo, es cosa de todo el año y de cada día; es una actitud del alma.

         Entre lo más significativo de este tiempo, sobresale la esperanza, un valor de alto estímulo frente a tanta rutina, desaliento, cansancio o mirada corta. Todas necesitamos imperiosamente la esperanza, sin ella es imposible sobrevivir.  La esperanza que ha animado  a tantas generaciones de creyentes, nos sale al paso de manera especial en cada Adviento.

         JESÚS  es  la mayor esperanza posible para que la humanidad entera y cada una de nosotras podamos avanzar.  Él se nos acerca a diario de distintos modos y mediante símbolos variados: su palabra, la comunidad, los sacramentos, los pobres, ciertos acontecimientos, la cruz de cada día… Nos encuentra a ras de suelo, en la calle, en los caminos…. El Evangelio de este primer domingo lo  expresa con alta animación:  “¡Levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberacion!”

         La Sagrada Escritura en este tiempo al hablarnos de la esperanza, nos presenta las grandes figuras de la esperanza en el Adviento.

         El primero es San Juan Bautista, el precursor del Señor, el que allanó el camino con su esperanza  para la venida de Cristo, a través de su estilo de vida penitencial y su predicación, sin importar las consecuencias.

         Pero los grandes modelos de la esperanza del Adviento son María y José.

         José, de la ciiudad de Nazaret en Galilea, de la casa y linaje de David (cf. Lc 2,4) desposado con María. Hombre recto, de esperanza, que tuvo que confiar mucho en Dios para cumplir el papel que tenía por delante, como lo describió en un sueño un ángel que le dijo que el hijo que nacería de María fue concebido por el Espíritu Santo y se llamaría Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados.  José se presenta como el hombre que confió en Dios en todo momento, por difícil que fuera su papel.

         María tiene muchos títulos de honor, pero su título especial es “Nuestra Señora de la Esperanza”.

         Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han vivido santas.  Son luces de esperanza. Ciertamente, Jesucristo es la verdadera luz… pero para llegar a Él también necesitamos luces cercanas: personas que brillen con su luz y nos guíen en nuestro camino. ¿Quién más que María podría ser una estrella de esperanza para nosotras? Con su Sí abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo; ella se convirtió en el santuario viviente de la Alianza, en el que Dios se hizo carne, se convirtió en uno de nosotros y lanzó su tienda entre nosotros (cf. Jn 1,14).

         Cuando se le presentó la invitación para ser Madre de Dios, María se preguntó cómo podría desempeñar el papel.  Pero ella nunca dudó, creyó que se cumpliría lo que le fue dicho por el Señor.

         Miremos  a María y José como verdaderos modelos de esperanza en este sagrado tiempo de Adviento.  Vivámoslo con gozo.

         Delante del pesebre en el día de Navidad renovemos nuestro compromiso de ser portadoras de esperanza en el mundo.

 

         ¡Feliz Adviento y Navidad!

                                                        

 

                                                                  Un fraternal abrazo y mi oración,  

                                                                  Sor Mª Asunción González, O.P.

                                                                            Priora General

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Carta de la Priora General – Ntra. Sra. del Rosario

Por | 2021, Carta de la Priora General

 

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO 2021

 

Queridas hermanas:

            Estamos comenzando el mes de octubre, el  llamado “mes del Rosario” y en él celebramos la fiesta de Nuestra Madre, la Virgen del Rosario.   ¿Què  mejor manera de honrarla que rezando el rosario?  Tantas veces ella misma se ha aparecido con “rosario en mano”. A ella le gusta, porque aunque pueda parecer que el  rezo del rosario es una manifestacion de piedad mariana (desde luego lo es), sin embargo su fundamento es cristológico, el protagonista es Jesucristo, el Hijo de Maria Virgen.

            En efecto, los diversos misterios del Rosario, son como  “fotografías“ de momentos emblemáticos de la vida  de Jesús vistos desde la mirada de Maria. En el evangelio del día de su fiesta (Lc 1, 26-38), contemplamos el misterio de la Anunciación del arcangel San Gabriel a la Virgen.  Es muy importante el diálogo entre el mensajero y María; importante en su SÍ, “hágase en mí según tu palabra”. Importante porque marcó el comienzo de la realización de la promesa de salvación: la Encarnación del Hijo de Dios. El protagonista es Jesús que se encarnó en su vientre; María actua como instrumento.

            El rosario es una oración sencilla y profunda que nos conduce a la contemplación del rostro del Señor. De las manos de María vamos al Hijo. En la contemplación de cada misterio del rosario podemos aprender de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y experimentar la profundidad de todo el mensaje evangélico. El rosario se nutre directamente de las fuentes del Evangelio, por lo tanto nos facilita la asimilación de los valores evangélicos.

            Con razón, el Papa San Pablo VI, dijo del Rosario que es un compendio del Evangelio; pero  sin  contemplación, es un cuerpo sin alma y su rezo corre peligro en convertirse en una repetición mecánica.  El Rosario exige un rezo  pausado, reflexivo, atento que facilite la meditación de los misterios del Senor, vistos a través del corazón de Maria.

            Hermanas, que Nuestra Madre, la Virgen del Rosario, nos ayude a fortalecer nuestra unión y comunión con Cristo.

¡FELIZ DÍA DE LA VIRGEN DEL ROSARIO!

                                                                                   Un fraternal abrazo y mi oración,

 

                                                                                   Sor Mª Asunción González, O.P.

                                                                                                  Priora General

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