La capacidad de asombro de los pastores puede ser una buena disposición para iniciar el Nuevo Año. Lo contrario del asombro es la rutina. El “ya me lo sé” o el “siempre ha sido así”, que nos hace inmunes al milagro cotidiano de la vida y su señales. Que en este Nuevo Año aprendamos a ver la realidad que nos revela Jesús hecho niño en su venida, y no nos cansemos de ser portadoras de Paz, Alegría y Amor en este mundo nuestro que tanto lo necesita.