no podemos olvidar que la interculturalidad también es un reto para nuestro quehacer misionero: nuestra predicación es una expresión de nuestra propia vida, no sólo de nuestro ejercicio pastoral, en el ámbito que sea. Exige una verdadera comunicación, con autenticidad y transparencia. La mejor predicación que podemos hacer hoy en día es la que deriva del testimonio de la fraternidad, de la unidad en la pluralidad
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