Carta de la Priora General – Adviento 2022

 

Queridas Hermanas:

Una vez más el Senor nos regala iniciar este tiempo fuerte – como nos dice la Iglesia – que es el tiempo de Cuaresma; tiempo en el que debemos  reflexionar sobre nuestra fe y prepararnos para la Pascua, para ese gran acontecimiento pascual, por lo tanto también tenemos que reflexionar sobre nuestra vida: cómo la llevamos tanto personal como comunitariamente. La Iglesia nos pone como tres pilares, que desarrolla Jesús en el  evangelio del Miércoles de Ceniza,  Mateo 6,1-6.16-18.

En este texto nos ofrece los tres pilares de la vida cristiana, que son la oración, el ayuno y la limosna. Y nos lo propone de una forma humilde, sencilla, sin vanidad.

Nos  propone una oración sencilla, íntima, profunda, oculta, nada de exterior; una oración en la que sólo busquemos su mirada y su corazón, y quiere que sea un diálogo con Él, que escuchemos su Palabra, en la que encontraremos lo que Él quiere que hagamos. Que en este tiempo de oración tengamos presentes las necesidaes de todos nuestros hermanos, las difíciles situaciones por las que estamos pasando toda la humanidad, situaciones religiosas, políticas, económicas…

La penitencia que hagamos no sea exterior, como lo hacian los fariseos, sino más bien ponernos en la piel del otro, en los zapatos del que sufre, en revisar nuestras actitudes y acciones, en ver qué deseos tenemos en darnos  y ayudar a los demás. Que sepamos ayunar de  tantas cosas que nos complican la vida y que hacen que perdamos la paz; que dejemos a un lado las relaciones que nos hacen mal, y también hacen mal a los demás.  Que sepamos ayunar de tantas desilusiones,  de tantas preocupaciones, de tantas palabras enfermizas, de tantas indiferencias… y que sepamos abrirnos a los demás como hermanos.

La limosna que quiere es que nos preocupemos exigentemente por las necesidades del otro, del más proximo, del que sufre, de nuestras hermanas que se sienten solas, enfermas, mayores… Estemos atentas, dándoles parte de nuestro tiempo con palabras de aliento, que consuelen y estimulen a quien veamos triste. Muchas veces, solamente es suficiente con ser amables,  regalar una sonrisa, decir una plabra que estimule, que alegre en medio de tanta indiferencia como vemos con tanta frecuencia.

Pidamos al Señor  que en estos días de cuaresma nos  muestre el camino del amor, de la compasión, de la amabilidad, del perdon, y de la buena acogida a todos.

Que María, nuestra guía en el itinerario cuaresmal, nos lleve a un conocimiento cada vez más profundo de Cristo, muerto y resucitado. Ella, la fiel sierva de su Hijo interceda por cada una de nosotras ahora y siempre.

            A todas os deseo una santa Cuaresma y una Feliz Pascua de Resurreccion.

 

 

                                                                       Un abrazo fraternal y mi oración,

 

 

                                               Sor Mª Asunción González, O.P.

                                                         Priora General

 

Otros idiomas