Carta de la Priora General – Cuaresma 2021

Muy queridas Hermanas,

           

            Un año más nos adentramos en el tiempo de Cuaresma y el Señor pone ante nosotras la opción de tomarnos un tiempo más dedicado a la oración. La Cuaresma es un tiempo perfecto para volver a lo sencillo, a lo pequeño, a lo escondido.  Y, desde allí lo que nos tienta, limpiar el corazón.  ¡Qué tiempos estos que nos han tocado vivir! En este escenario de muerte y enfermedad, de desesperanza y miedo, nosotras estamos llamadas a ser la luz de la esperanza, las mensajeras del amor y el perdón de Dios. Y esa luz solo brilla cuando la alimentamos con la oración y la contemplación callada, expectante.

            En este tiempo de Cuaresma que comenzamos, renovemos nuestra decisión de dejarnos transformar por la abundancia de la misericordia de nuestro Dios.

            El Santo Padre en su mensaje de cuaresma nos propone el ayuno, la oración y la limosna, que son las condiciones y la expresión de nuestra conversión.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                              

            La ORACION, que nos mantiene despiertas al Misterio de amor que nos habita. Un diálogo de corazón a corazón, de amigo a amigo. Cuanto más nos dejemos fascinar por su Palabra, más lograremos experimentar su misericordia gratuita hacia nosotras. La oración nos permite encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante.

            La fe nos llama a acoger la Verdad que se manifestó en Cristo y a ser sus testigos, ante Dios y ante nuestros hermanos y hermanas.

            El Papa Francisco nos dice que, en el recogimiento y el silencio de la oración, se nos da la esperanza, como inspiración y luz interior, que ilumina los desafíos y decisiones de nuestra misión. A veces para dar esperanza, es suficiente con ser una persona amable, que deja a un lado sus preocupaciones para prestar atención al otro, bien sea con una sonrisa, con una palabra de estímulo, o simplemente con un tiempo de escucha.

            El ayuno. El ayuno vivido como experiencia de privación, para abrir nuestro corazón y misericordia hacia aquel que está en necesidad. El ayuno nos libera de todo lo que nos ata y compartámoslo con los pobres y necesitados, sabiendo que, todo lo que hagamos por ellos, lo estamos haciendo por el mismo Dios. Preguntémonos cómo impactan en nosotros las necesidades de los más pobres y cómo actuamos en consecuencia. Lo poco que tengamos, si lo compartimos con amor, transforma nuestra vida y crea felicidad.  Compartir nos dice el Papa, nos hace más humanos, mientras que acumular conlleva el riesgo de embrutecernos ya que nos cerramos a nuestro propio egoísmo.

            La caridad es un don que da sentido a nuestra vida. Vivir una cuaresma en caridad quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, víctimas de los flagelos de nuestro tiempo, abandono, angustia, con un futuro incierto a causa de la pandemia de COVD 19.

            Hermanas, en este tiempo de cuaresma revisemos nuestra vida a la luz de la Palabra de Dios, para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. Por eso la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera alegría.

            Pidámosle a Maria, nuestra Madre, que sea Ella quien nos mantenga decididas y despiertas en esta Cuaresma y que nos ensene a dejarnos despojar cada día para aprender a vivir con alegría la libertad de hijas de Dios.

 

                                                                       Un abrazo fraternal y mi oración,

 

 

                                                 Sor Mª Asunción González, O.P.

                                                         Priora General

Otros idiomas