EL BEATERIO EN MANILA
Una antigua calle, todavia llamada del Beaterio, en Intramuros de Manila, que va desde la Catedral hasta el colegio dominicano de San Juan de Letrán, es el único recuerdo que nos queda de lugar donde a fines del siglo XVII se erigió una casa religiosa con el nombre de Beaterio de Santa Catalina. Aquella casa de mujeres contemplativas estaría algún dia de asociada a la vida y actividad docente de las Religiosas Misioneras de Santo Domingo.
Su fundación se remonta al año 1696, cuando un grupo de devotas mujeres pertenecientes a la Tercera Orden secular de Sto. Domingo comenzaron a vivir en comunidad bajo una Regla y Constituciones propias. Muchos años antes, concretamente en 1633, la Provincia del Santo Rosario había pensando seriamente en fundar un monasterio de la Segunda Orden, o de vida estrictamente claustral y contemplativa, como la que Santo Domingo ideó en Prulla. Hasta se consiguió en 1688 licencia del Maestro General de la Orden, Rvdmo. Antonio Cloche, para realizar el proyecto. Pero la falta de medios económicos, sobre todo la oposición y protestas levantadas por el Monasterio de Santa Clara, dilataron la erección del instituto dominicano hasta 1696.
LAS PRECUSORAS
La apertura del Colegio de Santa Catalina bajo la dirección del Beaterio obligó a los dominicos a plantearse el problema del personal docente y administrativo. Ahora más que nunca, el Beaterio caía bajo su entera responsabilidad, incluso desde el punto de vista económico, ya que desde hacía casi un siglo “habían dejado de existir los fondos con que contribuyó Don Juan de Escaño (en 1709) a la fundación del Beaterio”. Se necesitaban, ante todo, mas religiosas y mejor preparadas “para llevar de una manera digna el ministerio de la enseñanza, poniéndose a la altura de otro colegios”.
En 1863 el Consejo de Provincia concedió al Prior Provincial “autorización para traer de España hasta cuatro (Religiosas dominicas) Terciarias para el Beaterio”. Y desde 1865 a 1883 varias dominicas procedentes de conventos o beaterios de la Península respondieron favorablemente al deseo de los dominicos de Manila.
A estas primeras dominicas españolas de la misión de China, cuyos nombres no constan en la relación del P. Torres, siguieron otras tres del Beaterio de Manila, las cuales llegaron a China en enero de 1888 para dirigir la Santa Infancia de Aupoa, en el sur de la provincia de Fokién. Volveremos, desde luego, hilvanar el hilo de la historia del Beaterio y de las misiones de China, Foochow, Amoy, Aupoa, y otros lugares de misión cuando tengamos que acompañar a las Misioneras de Sto. Domingo, a fines de siglo XIX, por los caminos trazados por las precursoras. Porque ahora es cuando empieza propiamente la historia del instituto religioso que hoy conocemos como “RELIGIOSAS MISIONERAS DE STO. DOMINGO”.
En enero de 1890 la Provincia del Sto. Rosario celebró Capitulo Provincial en Manila.
Un año después de haberse instalado definitivamente en el calle de Don Ramo de la Cruz, (en Madrid) nuestras Hermanas daban fiel cumplimiento al mayor compromiso contraído cuando se incorporaron a la Provincia del Rosario. Efectivamente, a fines de octubre de 1895 salían para Filipinas cuatro religiosas, las primicias misioneras de su propio noviciado, las cuales arribaron a Manila el 17 de noviembre.
Al comenzar el siglo XX las Tercerias de la Provincia del Rosario, una vez abandonados los colegios de Vigan, Tuguegarao y Lingayen a causa de la Revolución Filipina, se hallaban circunscritas de nuevo a la Casa Madre de Intramuros. Junto al multisecular convento que continuó llamándose Beaterio hasta la Segunda Guerra Mundial, las Hermanas dirigían el flamante colegio de segunda enseñanza, además de la Escuela Normal establecida a finales del siglo anterior.
En 1904 volvieron las Hermanas a encargarse del Colegio de Lingayen, y en 1911 extendieron su radio de acción docente al Colegio de Santa Rita de Pampanga. Al final de este periodo fundarían otra escuela en San Juan del Monte (San Juan City) y una residencia universitaria en el distrito de Sampaloc de Manila (Santa Catalina Ladies’ Residence).