Mirando con un corazón agradecido por todo lo que Dios ha permetido en mi vida, Dios nunca me ha dejado caminar sola. Su amor infinito y su misericordia incondicional me sostiene siempre en medio de mis debilidades (…)
También doy gracias a la comunidad y a todas las hermanas que me han accompañado en este camino vocacional con sus presencias y con sus oraciones.
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